Fue penoso escuchar a diputados del Gobierno tratar de explicar por qué esa foto no debía ser considerada. Uno llegó a decir que una fotografía no es prueba alguna.
Los voceros del Gobierno en la TV se han visto en aprietos ante la imposibilidad de explicar convincentemente cómo aparece en fotografías el capitán Wálter Andrade, feliz del clima tropical, al lado de Eduardo Rózsa, a quien el Gobierno considera el mayor terrorista de la temporada. Andrade era el comandante de la Unidad Táctica de Resolución de Crisis (Utarc), el cuerpo élite de la Policía, y quien disparó sobre los periodistas de la red televisiva Unitel que intentaban registrar para su audiencia el arresto policial del comerciante ganadero Nelson Vaca para luego llevárselo a La Paz. La acción fue tan flagrante e indiscutiblemente abusiva que el Gobierno disolvió a Utarc.
La fotografía avala una versión que ha circulado profusamente en Bolivia y medios informativos extranjeros: que la muerte de Eduardo Rózsa y dos de sus compañeros el 16 de abril fue el capítulo final (¿?) de una celada organizada desde niveles de Gobierno para atacar a dirigentes y organizaciones cívicas de Santa Cruz y de todo el oriente. Pues ¿cómo explicar que el Comandante de una unidad predilecta de la Policía estuviese risueño al lado de quien el Gobierno considera un terrorista que venía a organizar una rebelión en Bolivia? Ahora se dice que Andrade fue parte del grupo, también élite, que actuó el 16 de abril para supuestamente desbaratar la rebelión en marcha. Si ambos personajes eran tan amigos como los muestra la foto, la supuesta rebelión no les debe haber sido ajena. El Gobierno vacila indeciso para investigar ese relacionamiento. Y el fiscal Marcelo Sosa reclama que quien envió la foto a los medios se presente a declarar sobre el documento. Imaginen cuál sería la respuesta del o de los aludidos.
Fue penoso escuchar el martes a diputados del Gobierno tratar de explicar por qué esa foto no debía ser considerada. Uno llegó a decir que una fotografía no es prueba alguna. No reparó que esa afirmación era embarazosa para el presidente Evo Morales.
Equivalía al menos a decir que el Presidente era liviano. Pues él también utilizó una foto para acusar al embajador de Estados Unidos, Philip Goldberg, de conspirar contra su Gobierno. La imagen, exhibida ante sus colegas latinoamericanos y el Rey de España, mostraba al diplomático junto a un dirigente cruceño y de un ciudadano colombiano que estuvo preso algunos meses del año pasado y cuyo paradero ahora es desconocido. La imagen fue presentada por el Presidente como prueba indiscutible de la supuesta “conspiración” que se urdía contra su Gobierno. Un resultado de la denuncia nunca probada es el pésimo estado de las relaciones de Bolivia con Estados Unidos y la molestia creciente de organismos internacionales antinarcóticos por el crecimiento de las áreas de coca y de la producción de drogas ilícitas.
Andrade, conocido como “Rambo”, disparó sobre la cámara de Unitel, ahora desaparecida. Fue reconocido por el camarógrafo a quien hizo recostarse boca abajo sobre el pavimento. “Rambo” fue a declarar ante un juez (de La Paz, claro) y aseguró que su unidad estaba siendo atacada (¿Con el trípode de la filmadora?).
El general Gary Prado tenía razón cuando en una entrevista respecto del Hotel Las Américas me dijo: “En algún momento la verdad de lo ocurrido puede aflorar. Yo creo que los policías que actuaron en algún momento van a decir algo. Es gente que ha actuado… y se los va a identificar y se sabrá quiénes son. Aquí no se guardan secretos.”
El autor es periodista
haroldolmos.wordpress.com
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