Me preguntaba qué es lo que hizo el MNR en 1952 que no está haciendo el MAS desde el 2005. En la revolución de abril se abrieron las compuertas de la inclusión ciudadana a los indígenas y se les dieron todos los derechos legales para que ejerzan esa ciudadanía.
El tema ha sido estudiado y analizado durante todo el siglo pasado, por insignes profesionales e intelectuales que nos han diseccionado esa revolución hasta mostrarnos el mínimo detalle.
Uno de ellos, escrito por Marcelo Quiroga Santa Cruz durante la década de los años sesenta, hacía mención al vacío que se produjo en el proceso del 52. Vacío que era, según Marcelo, producto del distanciamiento que fue tomando el MNR de sus propias bases sociales, que comenzaron a mirar al partido como algo ajeno a sus intereses y cada vez más distante de los postulados revolucionarios que esas masas campesinas y obreras esperaban.
La oquedad producida por ese distanciamiento que llegó en 1964 a colocar a un militar como el General Barrientos en la Vicepresidencia de la República, por el Dr. Paz Estensoro era la mejor demostración de la necesidad política de resolver el vacío social que dejaba la revolución inconclusa, con la inclusión militar, para frenar el ímpetu de las masas que querían profundizar el proceso.
Este análisis viene a cuento, de lo que comienza a pintarse en este segundo período del MAS en el gobierno a la cabeza de Evo Morales. Lo primero que resalta es que a diferencia de la revolución del 52 que otorgó derechos de ciudadanía a los indígenas, el MAS se ha propuesto, vía nueva Constitución Política del Estado, incorporar lo ya incorporado e incluir lo que ya estuvo incluido, con el agravante de que por ampliar derechos ha creado en esa constitución el germen para el nacimiento de republiquetas esparcidas en el territorio nacional con autonomías que les dan potestad sobre el uso de los recursos naturales, su explotación y uso.
En vez de tener unidad nacional, estamos a las puertas de la mayor desagregación regional y social desde la fundación de la república. Por lo demás, todo lo que se expone como cambio, parece ser una penosa inversión de valores. Inversión que se muestra en el copamiento del Estado por dirigentes sindicales, polleras altisonantes y ponchos multicolores. En realidad este proceso de cambio se muestra dispuesto a entregar las instituciones del Estado a esos denominados movimientos sociales, que no es más que reparto de pegas a los nuevos actores políticos inscritos en esos movimientos.
Y estamos observando estos días como se aprestan a la pelea más descarnada por un puesto en la administración pública. No importa si esos cargos serán ocupados por ciudadanos idóneos y con experiencia en el manejo de la cosa pública, solo importa que respondan a tal o cual dirigente que se encargará de presentar listas para tener, bases a sueldo que respondan a sus llamados. Esa es la manera de presentarse ante el Presidente Morales: Valgo tanto porque tengo tal espacio de poder. No porque Evo se los da, sino porque les corresponde.
Eso mismo sucedió luego de abril de 1952. El MNR comenzó a dividirse en fracciones y cada fracción era el resultado de las demandas que en un momento le hicieron exclamar al Dr. Paz Estensoro “compañeros este árbol ya no tiene más peras para repartir” Y fue entonces que los encantos revolucionarios comenzaron a transitar por otros caminos.
Evo Morales es el que por ahora reparte pegas, bonos y fondos para campañas electorales. Es el nuevo amo y señor del Estado. De su voluntad dependerán quienes reciban las peras o no.
Un nuevo vacío comienza a abrirse y nuevamente esas masas encandiladas por el millón de dólares de una posesión anunciada como el “nuevo día” tendrán que buscar su propio camino.
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