Repoblar para sentar soberanía
Mauricio Aira
Cuando Argentina creó la República abrió sus fronteras a todos los inmigrantes. Cientos de miles poblaron sus territorios y en relativamente pocos años hicieron del vecino un gran productor agrícola y ganadero. Sus productos abastecieron mercados del mundo entero, especialmente los europeos de donde habían llegado los inmigrantes que labraron su grandeza basado en el trabajo productivo. Bolivia cerró sus fronteras y no fue sino hasta Abril del 52, cuando Paz Estenssoro las abrió al menos para dos grandes grupos. Japoneses y menonitas poblaron el oriente, fundaron las colonias que se convirtieron en los grandes productores de cereales, cítricos, frutas y la famosa soya que transformó nuestra Patria en gran exportador.
Correspondió asimismo a gobiernos del MNR trasladar recursos humanos de las montañas al trópico poco después de la Nacionalización Minera dándoles a elegir a las familias mineras tres asentamientos en Santa Cruz, La Paz y Cochabamba. No resultó una tarea fácil, supuso en su momento de la creatividad, esfuerzo y dedicación a tiempo completo de un gran planificador Alfonso Gumucio Reyes que procedió en orden y previo consenso al traslado de algunos miles de ciudadanos para poblar, diversificar, producir.(Montero, Apolo, Tacata)
Ambos sucesos sirven como antecedente para puntualizar que sí es necesario y posible un transplante poblacional siempre y cuando obedezca a razones de bien común, la decisión sea asumida por toda la comunidad nacional tomando en cuenta el mejor interés. El debate abierto a raíz de una extraña y altamente sospechosa determinación del actual gobierno, que ha expresado varias veces no estar interesado en la gestión sino en los cambios políticos. Llama la atención que de pronto esté interesado en trasladar familias campesinas del Altiplano a la tórrida frontera pandina.
Las denuncias no tardaron en aparecer y atando cabos se revela que el MAS persigue, aduciendo razones valederas habilitar a sus militantes para modificar los resultados electorales de las próximas justas electorales en territorios que arrojaron resultados nefastos para Evo Morales en tres ocasiones diferentes para sus planes de expansión y ahora de reelección.
De vuelta a la gestión de Gumucio Reyes quién utilizó todos los recursos provenientes de la ayuda exterior y del Eximbank para fundar la Corporación Boliviana de Fomento que fuera incubadora de empresas en pro del desarrollo económico y la producción de azúcar, arroz y otros alimentos. El cambio fue evidente y significó la ejecución del proyecto denominado: diversificación económica.
¡Qué diferencia a lo que se pretende hoy en día! La repoblación de los 50 estuvo basada en la urgencia de salir de la monoproducción minera, la sustitución de importaciones, asegurar la provisión de alimentos básicos al mercado nacional y potenciar a YPFB. Se trató de un programa “político-espacial” previamente discutido y financiado (expertos estiman que costó más de 100 millones de dólares en sus primeros años) y dio por resultado la integración humana y comunicacional de la República, construcción de carreteras, transporte de hidrocarburos, fundación de ingenios azucareros y la migración interna.
Intelectuales y estudiantes y profesionales de aquellas décadas 50 y 60 del pasado siglo comprendieron la gran tarea del desarrollo económico, pero también social planificado y racional contrariamente a lo que hoy se persigue con prisas e improvisaciones. Que los neocolonos vivan en carpas hasta construirles viviendas, sin infraestructura alguna, cual se tratase de una emergencia después de alguna catástrofe natural. En realidad lo que está ofreciendo el MAS es el cohecho de unas vacaciones pagadas a gente necesitada, con la promesa de entregarles ciertas sumas de dinero o algún equipo de transporte que pasadas las elecciones podrán llevar de regreso a sus lugares de origen. O sea un engaño colectivo, una gran farsa maquillada en repoblamiento soberano.
Resulta siendo una oferta atractiva, aunque engañosa y peligrosa porque pone en riesgo la salud y la vida de miles de personas incluyendo niños y ancianos que forman parte del núcleo familiar que se pretende evacuar. Doblemente preocupante cuando nos enteramos que al menos 200 poblaciones altiplánicas han quedado abandonadas y desiertas en los últimos tres años merced “al cambio” que se está dando de estimular la vagancia de “movimientos sociales” disponibles para tareas de agitación política y la dejación del trabajo agrícola.
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