Basta ver cualquier día de la semana como se engullen las salteñas antes del almuerzo, después de haber desayunado con un buen api o tojorí con su respectiva llaucha; se compra siempre el mismo periódico, por el deportivo, los avisos o para ver quienes ya no están en condiciones de ir al cine; se sirve el tradicional "teicito" de las cuatro de la tarde (los ingleses pueden olvidarse del té pero jamás el paceño, que además goza de un privilegio que nunca tendrán los de la Cámara de los Comunes y menos la de los Lores en Londres: la inigualable marraqueta, en fin.
La lista, sin embargo, puede ser aún más larga y sobre todo quienes ya frisan los treinta años empiezan a recordar "los buenos tiempos" con sus inevitables tradiciones que van desde la escuela, pasando por el colegio, los viernes de soltero, los amigos del barrio y, cómo no, las medios de comunicación que marcaron sus días y su época.
Si esto sucede con los que tienen treinta, mucho más ocurre con quienes en los años setenta del siglo pasado vivieron una de esas tradiciones, comparable con el carnaval o las alasitas: Radio Nueva América.
Bajo la batuta del patricio paceño Raúl Salmón, que entre otras cosas era intelectual, dramaturgo y periodista de dotes impresionantes, Nueva América se convirtió en una tradición, entre otras cosas porque daba la hora, tenía el mejor noticiero del país y había implementado algo que hasta esos años en Bolivia era desconocido en las redacciones de las radios: El Teletipo que transportaba al instante las noticias del exterior.
Sus tandas comerciales estaban tan llenas que había que hacer fila para entrar en una de ellas y fue la primera radio nacional que tuvo una infraestructura acorde con una emisora de radio.
Sus locutores eran de primera y sus programas, salvo los relatos del fútbol, estaban todos guionizados y muy cercanos al libreto, algo que hoy parece una locura.
Las infaltables novelas (mexicanas como no podía ser de otra manera) que tuvieron en Kaliman el techo de los éxitos y tanta repercusión que el boxeador más popular del país, Wálter Quisbert vio cómo su nombre y apellido fueron superados por su apodo: Tatake
Periodistas y locutores de primera línea prestaron servicios en Nueva América, que tras haber pasado de mano en mano, pretende por estos días volver a ser protagonista de las tradiciones locales, según comentó Antonio Bocangel, su flamante dueño y director, de acuerdo con lo confesado en el programa de la Red Uno "Que no me pierda".
Con una programación renovada y con el recuerdo de esos días, pero con la intención de convertirse de nuevo en un referente del dial, Nueva América ha comenzado a sonar, sobre todo en los taxis, que son los que más escuchan la AM (Amplitud Modulada) y va ganando de a poco una audiencia importante desde que volvió oficialmente al aire.
"Llevamos el deseo de hacer nuevamente de Nueva América la radio de los paceños y devolver a los estantes y habitantes de La Paz, como decía don Raúl Salmón, una de sus tradiciones", expresó Bocángel, un conocido comunicador paceño.
Sostuvo que ahora la emisora está en el éter durante las veinticuatro horas del día y que la salida al aire de Nueva América representa un esfuerzo personal, principalmente debido a que lleva en las venas la pasión de hacer radio.
Bocangel lamentó haber recibido la emisora en las peores condiciones y sin la afamada discoteca y la cintateca que fueron en su momento las más completas del país, que incluso guardaba las alocuciones de Franz Tamayo en el Parlamente Nacional.
Finalmente, sostuvo que el deseo de todos los trabajadores de la radio es convertirse nuevamente en tradición y sobre que las nuevas generaciones también se identifiquen con ella.
Nueva América volvió al aire, es probable también, que junto a Kaliman retorne el otrora "Pequeño Solín, seguramente convertido hoy en un abuelo cascarrabias en el distrito Federal, allá en México.
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