Desde el principio el presidente Evo Morales deterioró absurdamente su relación con EEUU. La “ruptura”, no oficializada, de relaciones diplomáticas es "el último paso", la medida debe surgir tras el agotamiento de otras decisiones previas como el llamado de embajadores, notas de protesta y denuncia ante organismos internacionales, pero no ir más allá. Fue un error, una medida extrema y de última instancia en la diplomacia que no se justificó, el Gobierno no demostró las reiteradas denuncias de espionaje y conspiración. En política exterior no se puede ceder y menos renunciar a la autoridad moral, la ruptura de relaciones en términos prácticos, implica una pérdida de tiempo por la imposibilidad de fortalecer los vínculos sobre asuntos de interés del Estado, no de una ideología y menos de un partido de gobierno.
En Washington se reían porque quien congela la relación es el más fuerte, quien perdía era Bolivia. Esta conducta no benefició al gobierno y menos al Estado. Desafiar a la Casa Blanca no beneficia ni en campaña electoral, es un riesgo excesivo e inútil, es la economía más importante del mundo ¿o será que el gobierno quería desequilibrar el poderío de EEUU?.
La consecuencia es la triplicación de la producción de cocaína y la duplicación de las áreas de producción de coca en el país desde el rompimiento, el congelamiento de las inversiones y el descrédito internacional. Para todos los asuntos de interés del Estado, Estados Unidos es clave, todo depende de aprobación norteamericana.
Cuando se dieron cuenta de que fue una medida desacertada, el Gobierno considera prioritario recomponer las relaciones con “soberanía”, aunque contradictoriamente les importe perder hasta la dignidad con Venezuela. Por esto, más que una conversión lo que primó fue la lógica política de la necesidad, porque a quien más le interesa una mayor sintonía es al gobierno, así podrán mitigar el efecto público de las confesiones del Gral. Sanabria y la urgencia de acomodar su propia ineficacia económica al haber perdido el Atpdea.
Habiendo perdido el tiempo, necesitan oxígeno internacional para sortear la última etapa de este Gobierno que no sabe a dónde va y que ignora hacia dónde se dirige el mundo. Pero más allá de avanzar en la lucha contra el lavado de dinero, la agenda bilateral no cambiará.
En el país se refleja alivio y la ilusión de haber empezado un camino de reacercamiento al mundo. Son horas de pragmatismo, esa razón que justifica que los imperios no son tan malos ¿habrá sintonía en el futuro?
1 comentario:
justo estoy en un hotel en buenos aires por vacaciones no había escuchado esta noticia, gracias por subirla
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