De referéndum en referéndum
Le llegó la hora a la constitución que está siendo sometida a un referéndum, un plesbicito, el nuevo modelo de la democracia llamada participativa en la que las urnas se han tornado como una especie de arco en el que nuestro país trata de decidir uno tras otro partido por penales.
Si queremos hacer una analogía con el fútbol, podríamos decir que los bolivianos ya no ejercitan sus diferencias políticas en la cancha del debate, no deciden la contienda haciendo gala de un buen juego político hasta llegar a aceptar un vencedor, no se adscriben al arte de vencer al contendor o de demostrar habilidad dentro de reglas claras, obedeciendo a los árbitros naturales, soportando la fatiga, esforzándose.
Los Bolivianos en realidad se encuentran ante la situación que les plantean sus actuales gobernantes que han abolido la posibilidad de jugar el partido, y que en todos los casos de conflicto someten al pueblo a perder el tiempo correteando la cancha, haciendo hora para distraer la atención de los ciudadanos hasta que en medio de la fatiga se los conmina al dictamen de buscar definiciones por penales.
Los referéndum buscan acortar bruscamente procesos políticos, buscan definir por medio del voto todos los dilemas, los conflictos grandes, pequeños, baratos, superficiales, estructurales, intentado allanar cualquier tipo de diferencia o de dificultades mediante el mecanismo de asistir a las urnas, de emitir un voto que luego, en la mayoría de los casos, termina siendo desoído, termina desacatando el dictamen de la hoy reverenciada y sobre dimensionada voluntad soberana.
El referéndum se yergue así como una especie de veredicto que a la hora de la hora resulta relativo, además de insuficiente, para subsanar y sobrepasar las graves dificultades que atraviesa hoy el pueblo de Bolivia.
No podemos ser hipócritas y decir que este referéndum simboliza una esperanza para los bolivianos, porque esto no es real y tampoco cierto, porque la ciudadanía está llegando con temor a las puertas del actual referéndum, porque somos conscientes que en nuestro país se vienen cargando las tintas a un pueblo que quisiera que no lo sigan hostigando, que quisiera vivir en paz, que no lo utilicen y sobre utilicen para fines de poder, usando el cliché de las mayorías y las minorías, del pobre voto que es tan manipulado y que en esta variante de populismo ha terminado dejando al pueblo sin Norte, sin saber porque vota, debido a que recibe consignas de aquí y de allá.
Porque el pueblo de tanto ir a las urnas y sin ningún resultado ha terminado por quedar desorientado y expuesto a ir, ir, e ir y emitir su voto hasta el cansancio, hasta el sobreagotamiento, hasta la irracionalidad, hasta el borde de la esquizofrenia que es el resultado de este ejercicio que se ha convertido en un factor de enajenación dentro de un sistema político en el que el ejercicio del poder no se detiene hasta lograr que sus destinatarios se rindan, que levanten las manos y se entreguen y se dispongan a aceptar todas las reglas impuestas, todo el cambio de realidad que les plantean los gobernantes mediante sendos referendums.
Hoy iremos una vez más a las urnas, se abre otra jornada de votación, con todo el show que eso significa, con todo lo que esto traerá como consecuencia, con el corazón partido, con las visiones estrábicas que ahora definen a nuestra patria sometida a golpes bajos de referéndums, rota por referéndums que pretenden colar las diferencias inherentes con votos y con saliva de discursos, con consignas, con injusticias que se plantean frente a otras injusticias que dicen suplantar.
De tropiezo en tropiezo, de referéndum en referéndum parece ser la hoja de ruta que nos tienen trazada.
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