corría el 1954 y en Sucre se celebraba el Congreso Mariano. al colegio Don Bosco vimos llegar a un sacerdote de verbo arrobador, como alguno describió después "al enamorado de Dios "que nos habló de la JEC. la juventud estudiantil católica que los obispos habían puesto a su cuidado y habiéndole nombrado su asesor nacional. el orador de porte erguido y casi atlético llegaba de Cochabamba para reunirse con los jóvenes de Bolivia entera y consagrarse a María la madre de Dios, en cuyo patrocinio se celebraba aquel evento.
de aquel entonces hasta mi tralado laboral a la capital del Valle pasaron algunos años, el cura había sido nombrado monseñor y se había colocado como brazo derecho del obispo de la diócesis con el título de Vicario General, esto es algo así como primer ministro o administrador general.
porqué tan pronto y directamente recibió el ascenso! es que Walter Rosales se había distinguido por su espíritu de responsabilidad, su notable piedad cristiana y su inocultable vocación paternal en el referente de la Iglesia Católica. vocación paternal porque con su bondad al mismo tiempo que su firmeza, "era el padre de padres" como me lo describió monsenor Jiménez, como yo no terminaba de entenderlo me explicó mejor. es que Walter no sólo es el vicario, no sólo es el sacerdote es sobre todo el padre consejero y el guía espiritual de todos los sacerdotes de la diócesis que están bajo su jurisdicción.
cuánto esfuerzo, energía y sabiduría para administrar los recursos humanos del obispado que más tarde se transformó en arzobispado. conocía profundamente a cada uno de los párrocos, de los responsables de las comunidades con defectos y virtudes. podía darle a cada uno el trato debido, impulsar las buenas empresas, frenar los desvíos que fueron contados. su proverbial disciplina constituyó un ejemplo para toda la curia, en sus oficinas siempre abiertas para todos, como su gran corazón, podían ser oídos ricos y pobres, potentados y obreros, jóvenes y adultos. deportista, cantor, quechuísta bien dotado, no dudaba en aceptar las misiones que los obispos de turno le encomendaban sea recorriendo el departamento de cantón en cantón, las comunidades de convento en convento, las organizaciones propias de la Iglesia y otras más bien cívicas, deportivas, sociales y culturales. ha sido tan grande su dedicación a la comunidad que virtualmente no hay familia que no haya visitado, ni labor pública que no hubiese bendecido. sus misas siempre concurridas fueron el momento de bautizar, dar la comunión, unir en matrimonio o rezar por los difuntos habiendo administrado la extrema unción a varios cientos.
conocimos personalmente de sus inquietudes, de su generosidad, de su prudencia y valentía en la Junta de la Comunidad pués Walter Rosales fue de sus primeros miembros con Hugo Bilbao, René lmedo, José de la Reza, Javier Rodríguez, Carlos Cosío. de sesión en sesión nos nutrimos de sus sabios consejos, de los impulsos con que supo infundir nuestra lucha por los intereses de Cochabamba y en más de una oportunidad, me brindó protección personal y cobijo cuando supo que la dictadura de turno, había mostrado señales de detenerme y algo más.
con los 94 años cumplidos, sin dejar de celebrar su misa diaria, con la misma alegría de vivir de sus largos decenios, dejó el mundo de los vivos en una transición admirable, cual suele ocurrir con los hijos de Dios. paz en su tumba y consuelo para sus muchos sobrinos y sobrinos nietos que forman parte de la gran Familia Rosales por la que elevamos nuestras oraciones.
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