Es una acción de juego en el ajedrez cuando usted hace enroque. Busca proteger al rey de asaltos sorpresivos y a partir de ello tener una mejor disposición de ataque. Paso que parece ha decidido dar el CONALDE. Exigiendo una apertura verazmente democrática al gobierno, y por otro lado, abriendo su disposición para alcanzar un gran acuerdo nacional.
Al fin luego de varias ocasiones en las que posaron “para la foto” han decidido no servir más de modelos casuales. Es una señal que fortalece y mejora la convicción de que los pueblos autonómicos quieren que se respete su visión de país. La política del discurso es contraproducente sino hay resultados. Y las autonomías exigen resultados. Es la única manera de sostener y ampliar la base social que la sustenta.
Si en el corto plazo (un año) las autonomías se estancan, priorizando elecciones, la sensación de ausencia ha de crecer en los corazones y la creencia de que las elecciones resolverán ese sentimiento ha de promover el voto antes que otra cosa. El gobierno sabe esto y por eso apuesta a la carrera electoral, antes que a la gestión pública y quiere establecer puentes de acuerdos mínimos, que le permitan moverse en la campaña electoral con cierta comodidad, para vender la idea de que son ellos los que le darán autonomía a los autonomistas. Por eso presiona ahora por una mesa de “foto–dialogo”.
De ahí que el pedido de primero establecer las bases de un gran acuerdo nacional, previo desarme político, una especie de amnistía, necesaria para que la credulidad social se recupere y las ofertas electorales den a escoger opciones, sin persecuciones, amenazas, amedrentamientos, juicios y menos apresamientos nocturnos, es una posición correcta.
CONALDE sabe y debió evaluar en esas diez horas de reunión, que el gobierno no dará el primer paso para desarmar las pasiones políticas y entender que existen presos políticos, o como dice el Ministro Rada, políticos presos, que en el orden de los factores no altera el producto. Y que con tales señales de intolerancia democrática no se puede ir a elecciones.
En 1978, cuando la dictadura banzerista estaba declinando, la primera condición para la apertura de elecciones fue que se decrete la amnistía general, sin condiciones. La negativa de Banzer a este pedido ocasionó la huelga de las mujeres mineras y su debacle posterior. Era la izquierda la que demandaba elecciones sin confinamientos ni exilios ni presos políticos. ¡Cómo han cambiado las cosas!
Ahora resulta que son los movimientos cívicos y los pueblos autonomistas los que deben exigir a la izquierda el respeto de esos derechos. Si la izquierda (aunque sea trasnochada) se considera consecuente con el principio de respetar las libertades debe dar curso a este pedido, sino habrá demostrado que abdicó de esos principios y que se ha convertido en lo mismo que combatieron.
Mucho me temo que no sea la izquierda que está en función de gobierno, sino los carteles del narcotráfico colocados detrás de todo un esquema de Poder. Y a esta gente no le importan, los derechos humanos, las leyes y los pactos o acuerdos que se hagan, solo les interesa la expansión y fortalecimiento de su ilícito negocio.
¿Qué ganarían dando apertura política, que saben les hará perder las elecciones? Así que las declaraciones de Rada no son apresuradas, contienen la respuesta cabal a la exigencia global que le hace el CONALDE. Por eso mismo hay que respaldar esta posición y amplificarla para que la ciudadanía sepa diferenciar donde y en qué bando se encuentra la democracia ahora.
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