Ayer hizo su primera aparición pública una organización que está conformada por familiares de presos y perseguidos políticos, quienes ahora desgraciadamente han pasado a ser parte de la triste pero palpable realidad de Bolivia.
Nunca hubiéramos pensado llegar a esta situación, porque creímos que después de haber conquistado la democracia en la década del 80, que después de haber derrocado al que creímos sería el último dictador y que ahora paga en la cárcel su aventura de pretender instaurar en Bolivia una tiranía vitalicia, nunca más tendríamos la amarga experiencia de temer por nuestra seguridad, de sentir miedo por nuestra vida y de sentirnos observados y vigilados al punto de estar en vilo ante el hecho de emitir alguna opinión que sea contraria a la del Gobierno, pues esto nos puede valer la pérdida de la libertad.
Creímos entonces que nuestro país le había dado vuelta a la página, que las dictaduras eran asunto del pasado y que nunca más nos volveríamos a sumir en un régimen que conculque libertades y que condene a las personas a brutales formas de persecución, e incluso al extremo de recluir en una prisión a todos aquellos que planteen ideas contrarias a las que profesa el actual Ejecutivo.
Pues bien, la pérdida de la libertad de más de una veintena de personas que se encuentra actualmente en calidad de presos políticos, que han sido secuestrados y capturados ilegalmente por el Gobierno, que sufren violaciones a sus derechos y que no gozan de garantía ni del derecho a un juicio justo o al debido proceso, ha llevado a que los familiares cansados de ir de Herodes a Pilatos, cansados de peregrinar sin resultado alguno, desalentados porque los fallos de la justicia son anulados por el gobierno sin explicación alguna, cansados de los excesos y de que el país esté al margen de las leyes, han decidido hablar frente a la opinión pública, decir su verdad, dejar de callar, de peregrinar a solas y buscar la compañía y el respaldo del pueblo que ha visto como se han ido cayendo sus instituciones y como la justicia es burlada y vulnerada día a día.
Han hecho bien, ¿porque quién más puede velar y sufrir, pedir, llorar y exigir justicia que la familia? Cuando alguien cae en desgracia todos siguen sus afanes, los compañeros políticos toman sus propios recaudos y a veces incluso la debida distancia para no sufrir las mismas consecuencias o para no correr el peligro de sufrir la misma suerte de persecuciones. Los únicos que nunca cejan, que no pueden desalentarse, que tienen que sobreponerse, arriesgarse y buscar todos los mecanismos y canales para encontrar justicia son las madres, los esposos y esposas, los hijos, estos nunca dejarán caer sus manos, nunca dejarán que el desaliento o el miedo les impida seguir exigiendo la aclaración de la verdad.
Los familiares de las personas hoy privadas de libertad por haber hecho oposición al Gobierno del presidente Evo Morales han expresado que les preocupa la violencia política que hoy se expande en Bolivia y que ha provocado muertes y que está llevando a la prisión y a todo tipo de agresiones a los que piensan diferente.
Es verdad que se están cometiendo muchos atropellos y es hora que esto pare, que no se permita que la violencia se institucionalice y se normalice porque esto sería no sólo grave sino imperdonable, porque después de la violencia no queda nada; la violencia destruye los principios, distorsiona la realidad y lleva a los pueblos a la locura.
También debemos recordar que en la presente etapa la persecución se ha hecho extensiva a quienes antes fueron afines o correligionarios y se apartaron del redil, o a quienes siendo de la misma raza no coinciden con el ideario masista. Ellos ahora están siendo despojados, perseguidos. Hay ensañamiento contra aquellos que se alejaron de las filas oficialistas. Estos también son perseguidos políticos y seguramente también tendrán que buscar tener voz pública, hacerse escuchar, pedir apoyo y ayuda, tanto como necesitan ser escuchados y apoyados los que están siendo perseguidos por haber formado parte de las filas de la oposición, sobre todo los autonomistas de corazón.
Estas acciones de denuncia son un derecho que asiste a las víctimas y deben ser respaldadas adecuadamente por la población sensible y lastimada por tantas injusticias que se están cometiendo.
Liberemos la verdad, es sano, es el único camino para encontrar la paz.
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