La disyuntiva para el MAS es ciertamente grave. Se trata de decidir entre sus más íntimas convicciones, es decir las autoritarias y las otras, llamémosle más “políticas” dirigidas a generar una imagen más potable asumiendo una fachada “democrática” que le posibilite recuperar el espacio perdido en la clase media.
Estos dos aspectos fueron discutidos en dos reuniones que se efectuaron la noche de este miércoles en palacio de Gobierno. En una de ellas, los dirigentes de las “organizaciones sociales”, Fidel Surco del Conalcam, Isaac Avalos de la Csutcb, Pedro Montes de la COB y Edgar Patana de la COR alteña, plantearon a Evo que ya era hora de ir a la acción y proceder a la clausura del parlamento usando como argumento un supuesto bloqueo de la oposición a la aprobación de la ley electoral masista.
En otra reunión que se realizaba en una oficina aledaña, los ministros de Defensa, Walker San Miguel y de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, sondeaban con el Alto mando militar las repercusiones que tendría en las Fuerzas Armadas una medida de este tipo.
En la reunión entre Evo y los dirigentes de las “organizaciones sociales” se analizaron las formas en las que podría forzarse al cierre del Congreso y algunos exaltados, entre ellos Fidel Surco, opinaron que debería ser por la acción directa de las “organizaciones sociales”, lo que significaría, nada más y nada menos, que una toma violenta del recinto parlamentario.
Otra fue una renuncia colectiva de los parlamentarios oficialistas lo que, de acuerdo a los cálculos de los dirigentes, ocasionaría que el Parlamento se quede sin el quórum requerido para funcionar.
En la oficina adyacente se consultó al Alto Mando militar sobre una eventual aplicación de una de estas opciones y la respuesta de los jefes castrenses fue concluyente: las Fuerzas Armadas no verían con buenos ojos el cierre de uno de los poderes del Estado, más aún ante la crisis que afecta al Poder Judicial.
Los jefes militares consideraron que el cierre del Parlamento, por la vía que sea, daría muy mala imagen al gobierno en el plano interno e internacional. Por otra parte indicaron también que costaría mucho a las Fuerzas Armadas respaldar una medida que iría a contramano de su compromiso de defensa de la democracia.
Queda claro que los mandos de las Fuerzas Armadas han mostrado actitudes hasta obsecuentes con Evo Morales, pero al parecer también han expresado que todo tiene su límite.
Por cierto, la posición de las Fuerzas Armadas frenó en seco una arremetida contra el Parlamento y los dirigentes sindicales se quedaron, por el momento, con los crespos hechos y no podrán embolsillarse los jugosos ingresos que estaban previstos para esta acción contra el congreso.
Sin embargo, para Evo no pasó inadvertido un hecho. Las “bases” se muestran cada vez más reacias a movilizarse. Es perceptible que no están muy contentas de que sus marchas y “vigilias” solo hayan servido para enriquecer de manera descarada a dirigentes como Fidel Surco, que de humilde productor de papayas ha pasado a ser un poderoso empresario del transporte.
Estos dos aspectos fueron discutidos en dos reuniones que se efectuaron la noche de este miércoles en palacio de Gobierno. En una de ellas, los dirigentes de las “organizaciones sociales”, Fidel Surco del Conalcam, Isaac Avalos de la Csutcb, Pedro Montes de la COB y Edgar Patana de la COR alteña, plantearon a Evo que ya era hora de ir a la acción y proceder a la clausura del parlamento usando como argumento un supuesto bloqueo de la oposición a la aprobación de la ley electoral masista.
En otra reunión que se realizaba en una oficina aledaña, los ministros de Defensa, Walker San Miguel y de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, sondeaban con el Alto mando militar las repercusiones que tendría en las Fuerzas Armadas una medida de este tipo.
En la reunión entre Evo y los dirigentes de las “organizaciones sociales” se analizaron las formas en las que podría forzarse al cierre del Congreso y algunos exaltados, entre ellos Fidel Surco, opinaron que debería ser por la acción directa de las “organizaciones sociales”, lo que significaría, nada más y nada menos, que una toma violenta del recinto parlamentario.
Otra fue una renuncia colectiva de los parlamentarios oficialistas lo que, de acuerdo a los cálculos de los dirigentes, ocasionaría que el Parlamento se quede sin el quórum requerido para funcionar.
En la oficina adyacente se consultó al Alto Mando militar sobre una eventual aplicación de una de estas opciones y la respuesta de los jefes castrenses fue concluyente: las Fuerzas Armadas no verían con buenos ojos el cierre de uno de los poderes del Estado, más aún ante la crisis que afecta al Poder Judicial.
Los jefes militares consideraron que el cierre del Parlamento, por la vía que sea, daría muy mala imagen al gobierno en el plano interno e internacional. Por otra parte indicaron también que costaría mucho a las Fuerzas Armadas respaldar una medida que iría a contramano de su compromiso de defensa de la democracia.
Queda claro que los mandos de las Fuerzas Armadas han mostrado actitudes hasta obsecuentes con Evo Morales, pero al parecer también han expresado que todo tiene su límite.
Por cierto, la posición de las Fuerzas Armadas frenó en seco una arremetida contra el Parlamento y los dirigentes sindicales se quedaron, por el momento, con los crespos hechos y no podrán embolsillarse los jugosos ingresos que estaban previstos para esta acción contra el congreso.
Sin embargo, para Evo no pasó inadvertido un hecho. Las “bases” se muestran cada vez más reacias a movilizarse. Es perceptible que no están muy contentas de que sus marchas y “vigilias” solo hayan servido para enriquecer de manera descarada a dirigentes como Fidel Surco, que de humilde productor de papayas ha pasado a ser un poderoso empresario del transporte.
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