Todo estaba previsto, las situaciones que responden a una planificación dejan muy pocas cosas libradas al azar o a la improvisación. Los planes muestran hechos seriados en los que finalmente se descubre una mente ordenadora, un cerebro que ha provisto el guión y que busca el efecto, el impacto y las consecuencias que desea provocar.
Ahora entendemos porqué al testigo clave, se le demoró su declaración –hablamos de Ignacio Villa Vargas- a quien se lo mantuvo oculto, anónimo al inicio, hasta que luego se fue soltando de a poco una que otra situación que parecía incongruente, pero que tenía el objetivo final de provocar el efecto inesperado, el factor sorpresa que se constituye en un arma que busca utilizar el impacto del clímax que desea alcanzar la mente ordenadora.
Lo más curioso del caso es que el testigo clave, prestó su declaración bomba precisamente el día en el que se celebraba la aprobación de los Estatutos Autonómicos. Este ha sido el mayor desliz, pero también el móvil que parece haber guiado los pasos de quienes han pretendido matar el emblema de los famosos estatutos que tanto han desvelado al gobierno, al punto que parecen haber sacrificado y rifado todos sus esfuerzos para hacer caer el caso en la fecha fatídica, independientemente de si resulta creíble, plausible o veraz.
Este es el peligro que revisten las cosas fabricadas, los planes originados en la efervescencia de la obsesión, en el delirio que responde a seguir un fetiche, tabú u obsesión fatal. Y ese es el caso de los Estatutos, convertidos en punto de convergencia de todos los delirios que han terminado en el sonado caso de terrorismo en Santa Cruz, acusación que finalmente está dejando mucho ruido y pocas nueces.
Anoche, a la misma hora que se celebraba el año de la aprobación de los Estatutos con un acto público, el fiscal asignado al caso leía una larga lista de supuestos implicados, que decapitaba prácticamente a la plana mayor de Santa Cruz. Finalmente se intentaba poner la picota en plena plaza principal y ese presentó al verdugo pero obviamente con el rostro cubierto, aunque esto no nos impidió que nos enterásemos que el mentado delator resultó un estafador con frondoso prontuario policial, un hombre que salió de nadie sabe donde, un verdadero verdugo salido de la historia de la revolución francesa, como una vuelta de página en el tiempo cargado de prácticas con las que ahora están tratando de decapitar al pueblo cruceño.
Ha habido muchos errores desde Santa Cruz, pero ha habido con seguridad más conductas reprochables de parte del gobierno. Hay graves incongruencias y contradicciones en este caso que nunca acabará de cerrar, así pretendan cerrar a golpes, a punta de pruebas fraguadas. Las dudas siguen, suman, se vuelven definitivamente pantanosas, pero le han permitido al Gobierno militarizar nuestro departamento. Esto es lo más grave, esto es lo atentatorio contra la democracia, la libertad y el Estado de derecho, y esta es la lección que nos debe dejar esta triste y cruel historia de la candida y su abuela desalmada en la que nuestra propia gente, nuestra propia dirigencia incluso, en algunos caso, por supuesto que no en todos, ha criado cuervos y estos finalmente les están sacando los ojos.
En realidad estamos frente a una película macabra, con un pésimo guión y con consecuencias impredecibles.
Ahora entendemos porqué al testigo clave, se le demoró su declaración –hablamos de Ignacio Villa Vargas- a quien se lo mantuvo oculto, anónimo al inicio, hasta que luego se fue soltando de a poco una que otra situación que parecía incongruente, pero que tenía el objetivo final de provocar el efecto inesperado, el factor sorpresa que se constituye en un arma que busca utilizar el impacto del clímax que desea alcanzar la mente ordenadora.
Lo más curioso del caso es que el testigo clave, prestó su declaración bomba precisamente el día en el que se celebraba la aprobación de los Estatutos Autonómicos. Este ha sido el mayor desliz, pero también el móvil que parece haber guiado los pasos de quienes han pretendido matar el emblema de los famosos estatutos que tanto han desvelado al gobierno, al punto que parecen haber sacrificado y rifado todos sus esfuerzos para hacer caer el caso en la fecha fatídica, independientemente de si resulta creíble, plausible o veraz.
Este es el peligro que revisten las cosas fabricadas, los planes originados en la efervescencia de la obsesión, en el delirio que responde a seguir un fetiche, tabú u obsesión fatal. Y ese es el caso de los Estatutos, convertidos en punto de convergencia de todos los delirios que han terminado en el sonado caso de terrorismo en Santa Cruz, acusación que finalmente está dejando mucho ruido y pocas nueces.
Anoche, a la misma hora que se celebraba el año de la aprobación de los Estatutos con un acto público, el fiscal asignado al caso leía una larga lista de supuestos implicados, que decapitaba prácticamente a la plana mayor de Santa Cruz. Finalmente se intentaba poner la picota en plena plaza principal y ese presentó al verdugo pero obviamente con el rostro cubierto, aunque esto no nos impidió que nos enterásemos que el mentado delator resultó un estafador con frondoso prontuario policial, un hombre que salió de nadie sabe donde, un verdadero verdugo salido de la historia de la revolución francesa, como una vuelta de página en el tiempo cargado de prácticas con las que ahora están tratando de decapitar al pueblo cruceño.
Ha habido muchos errores desde Santa Cruz, pero ha habido con seguridad más conductas reprochables de parte del gobierno. Hay graves incongruencias y contradicciones en este caso que nunca acabará de cerrar, así pretendan cerrar a golpes, a punta de pruebas fraguadas. Las dudas siguen, suman, se vuelven definitivamente pantanosas, pero le han permitido al Gobierno militarizar nuestro departamento. Esto es lo más grave, esto es lo atentatorio contra la democracia, la libertad y el Estado de derecho, y esta es la lección que nos debe dejar esta triste y cruel historia de la candida y su abuela desalmada en la que nuestra propia gente, nuestra propia dirigencia incluso, en algunos caso, por supuesto que no en todos, ha criado cuervos y estos finalmente les están sacando los ojos.
En realidad estamos frente a una película macabra, con un pésimo guión y con consecuencias impredecibles.
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