Mauricio Aira
Publicado por el diario cooperativo OPINION, de Cochabamba, Bolivia (En.2008)
La temperatura descendió drástica tal que ni siquiera las máquinas automáticas que regulan el calor ambiental pudieron disimular el frío que se filtra por las rendijas cual cuchillo finísimo que lacera los cuerpos. Al aparecer la claridad del día (cerca de las 9.00 am) y descorrer las persianas descubrimos el manto de nieve que lo cubría todo, los escuálidos árboles sin una sola hoja viva, los techos de las casas, los caminos, los coches aparcados de la proximidad, los parques y jardines. Todo de un blanco impresionante, porque aunque sea la experiencia número 25, siempre resuelta nueva y admirable esta mutación que desconocemos los nacidos en Bolivia excepción de los vecinos de las nieves eternas del macizo andino.
Llega a su término otro período de la pausa laboral, los trabajadores retornan a las fábricas, los estudiantes a las clases y los jubilados a la rutina de la vida propia con la infaltable mirada desde estas latitudes a nuestros valles y montañas, a la febril faena en que políticos e intelectuales se empeñan por desentrañar los códigos de un complejo y hasta peligroso inicio de año con negros nubarrones en lontananza si acaso la cordura no logra imponerse y obtener la paz patrimonio imperdible del hombre boliviano.
El tiempo resulta corto sin embargo para repasar lo que se publica en Bolivia y fuera de ella relacionado con su problemática “lo que está ocurriendo allí, es otra expresión más del capitalismo conservador” sentencia James Petras uno de los grandes pensadores norteamericanos, experto en temas bolivianos cuando analiza la composición del equipo gobernante y coincide con Lorgio Orellana: “los ministros que vienen de clases populares son ahora de la clase media urbana, minoría en el gabinete y con patrimonio que bordea los 50 mil dólares americanos” el resto, o sea la mayoría son intelectuales” éstos y otros analistas están de acuerdo en que la única diferencia del gobierno actual y los anteriores “sería el componente étnico”, igualmente instrumentable.
Los fracasos de la administración que decantan “sus medidas como nacionalizaciones y otras” con el paso del tiempo, llenan de decepción a muchos que le habían dado su voto en la esperanza de ver terminarse el período de anarquía y desorden que caracterizó los diez años pasados. Seguimos observando socorridos eficazmente por la computadora. Cuántas veces a lo largo del año fue llamado “pendenciero el presidente” 692, “asesino” más de 400 mil involucraciones, “intrigante” 2.740, “incapaz” 182 mil y si uno tiene el cuidado de revisar dónde se producen las menciones enlistadas se sorprende al comprobar que provienen de medios justamente comprometidos con la izquierda y la extrema izquierda en su mayoría y con virulencia adjetiva. De modo que el principal “enemigo” no está en “la oligarquía y los grupos reaccionarios” sino en los revolucionarios decepcionados.
Han pasado algunas horas y desde mi escritorio veo de nuevo al exterior, han aparecido las máquinas que casi al unísono por todas las zonas nevadas están retirando la nieve y depositando sal para acelerar el deshielo. Qué diferencia de medios con nuestros países donde resultaría imposible poner a trabajar de emergencia cientos, quizá miles de tractores y palas mecánicas en pleno día feriado y ello gracias a la disciplina laboral y la disponibilidad de medios.
La reflexión nos dice que en el periodismo el concepto de verdad es procedimental, como asegura algún profesor, y más concretamente corresponde preguntar, ¿cuál es la verdad de un hecho periodístico? ¿Cómo sabe uno que está contando la verdad? Tenemos prejuicios, presupuestos, intereses de los que tal vez no estamos siempre conscientes, por ello “la verdad periodística consiste en un procedimiento, en un modo de trabajar”, según el código ético, se tiene que contrastar las fuentes, dar oportunidad a los afectados a que ofrezcan su versión, corregir los errores en forma pública, facilitar la oportunidad de réplica de los implicados o de los lectores, aunque por desgracia tanto en los poblados de nieve del círculo polar, como en el altiplano andino se advierten que la precipitación, la superficialidad y los silencios son muy comunes, especialmente en temas religiosos, éticos o políticos que nos exigen un mayor rigor.
Una tercera mirada en éste gélido atardecer dominical, la nieve empieza a derretirse y algunos niños aparecieron con sus “pullkas” en el afán de aprovechar jugando sus últimas horas de asueto. ¡Mañana volverán a la escuela!
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