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lunes, 28 de abril de 2008

"perplejidades" el título de un artículo de harold olmos en la prensa

Qué extraño mundo informativo, olvidadizo y descuidado en el que vivimos. Resulta que uno de los mosqueteros del Gobierno renuncia sorpresivamente y se va disparando. Álex Contreras se alejó tras dejar interrogantes claves para entender lo que ocurre en Bolivia. No he visto ningún informe periodístico que cuente en detalle esta historia. Contreras habló de los “enemigos internos” que nunca identificó, reclamó que se busque “la unidad de la patria antes que la división” (Bolivia nunca estuvo tan dividida como ahora. Pero ¿quiénes, según el ex funcionario, son los responsables?), diálogo antes que violencia, libertad de prensa antes que censura, y “transparencia antes que corrupción”. Este último punto es piedra angular para un Gobierno que prometía ser diferente de sus antecesores, cuya escasa moral, insaciable rapacidad y falta de fundamentos éticos fueron los peldaños sobre los que escaló el presidente Evo Morales. Y, en cambio, con la frecuencia con que aparecen las denuncias de hechos de corrupción, se ha formado un torrente que va apagando lo que queda atrás, cuya investigación es olvidada o, cuando menos, descuidada. Ya nadie parece recordar los pasaportes vendidos a 500 dólares, en su mayoría a quienes —movidos por la ansiedad de conseguir un empleo en playas remotas— querían irse del país. Tampoco de los tractores, ni de los costosos “avales” para obtener cargos públicos, ni del “affaire petrocontratos”. Pocos mencionan que el Presidente sigue como cabeza de las seis federaciones de “cocaleros” del Chapare, una anomalía cuyas consecuencias deberá explicar. No ha habido, que yo sepa, una verdadera investigación de los hechos sangrientos de Huanuni, por la pugna entre cooperativistas y asalariados mineros, la cual dejó un saldo de siquiera 16 muertos y un número desconocido de heridos, a los pocos meses de instalado el actual Gobierno. Alguien ofreció con frialdad estaliniana “poner los cajones” como contribución para zanjar el conflicto. En otros tiempos y en otras latitudes, al menos se habría movilizado a la Comisión de Derechos Humanos de la OEA. La sociedad boliviana también aguarda saber qué pasó con John Jairo Banegas, el colombiano que supuestamente conspiraba al lado del Embajador de EEUU y uno de los líderes empresariales de Santa Cruz contra el presidente Morales, y decidió registrar su frivolidad conspirativa con una colorida fotografía en plena Feria Exposición cruceña. Que se sepa, estaba preso en Palmasola pero, también que yo sepa, nunca se intentó una entrevista directa con él para conocer su versión. El interés por deshilvanar toda esta trama probablemente alcance a los presidentes del Grupo de Río y al Rey de España, ante quienes el Presidente también exhibió la foto en la cumbre que tuvieron en Santiago (sede del exabrupto real “por qué no te callas…”). En temas de la otra orilla, ignoro si algún medio publicó todo el proyecto de estatuto autonómico. Uno también queda perplejo ante la falta de explicaciones oficiales sobre lo que sería el mundo sin capitalismo del que habló el Presidente ante líderes indígenas en las Naciones Unidas. No sé qué dirían los rusos, que vivieron la experiencia sin anestesia durante más de 70 años, y sus nuevos líderes son frenéticos defensores del libre mercado; ni los polacos o los lituanos, que la vivieron “por default”. O los cubanos que hacen fila para comprar un celular, ahora que están autorizados a tenerlo. Surge una perplejidad mayúscula cuando uno lee que militantes del partido oficial se disponen a “vigilar” las mesas de sufragio del 4 de mayo en Santa Cruz “para que no haya fraude”. Si el propio partido gobernante dice que el referendo es ilegal, ¿para qué vigilarlo?

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