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lunes, 16 de junio de 2008

el parlamento europeo (de la U.E.) aprobará el retorno de indocumentados

Como en un cuento kafkiano, un hombre promete esperar 100 noches sentado bajo la ventana de su amada para lograr su amor. La noche número 99, se pone de pie, levanta su banquito y sin dilación alguna, se retira para siempre. La tan mentada crisis española, esta desaceleración económica que hace que lo españoles se peleen entre sí mientras muchos inmigrantes nos miramos entre sí y nos preguntamos todo con una sola palabra: ¿crisis? (crisis para nosotros es ver pasar tres presidentes en una semana, atentados narcos, corralito, secuestro express, etc.) ha puesto como primer blanco desesperado a los que llegamos de afuera. El gobierno actual, en un manotazo de ahogado que además de intentar salvarse hace un gesto sobreactuado a la galería, invita a los extranjeros a volverse a su país, limosna mediante (pagan el paro entero –un año total de lo que se venía cobrando en su empleo último- a cambio de que el extracomunitario renuncie a su tarjeta de residencia y trabajo, y no vuelva por unos cinco años).Y en la noche 99; después de haber pasado por los peores tránsitos de la aventura inmigratoria: llegar al territorio desconocido, soportar los miedos todos de conseguir un lugar donde vivir, para muchos aprender el idioma, y el gran desafío de trabajar de lo que sea primero, casi siempre en condiciones paupérrimas, después, mucho después, tener en la cartera tarjeta de residencia (muchos hicimos fiestas cuando nos la dieron), hacer amigos, echar raíces…y por supuesto que, sin estar demasiado enterados, colaborar durante años a que las arcas del estado español se robustezcan; nos invitan a irnos, como quien despide a un amante en medio de la noche, porque ya se ha obtenido del mismo lo que se buscaba.En este bar desde donde escribo estas líneas, hoy la camarera me ha preguntado apenas he entrado: buenos días, ¿lo de siempre? …¿Alguien supone lo que puede significar para mí esta condecoración, este reconocimiento? Es que yo soy un ciudadano más de España, soy el que vino a sumar a la consolidación económica y sociocultural de este país, soy uno más del grupo de amigos del barrio, soy un vecino, soy el que llegó con la ilusión de que algún día, en algún bar de la ciudad, alguien me dijera: buenos días, ¿lo de siempre?Algunos soñarán con que algunos con otros acentos levantemos el banquito y nos vayamos en la noche 99, pero tendré que prevenir a los berlusconis de turno: a mí nadie me echa de mi casa. (La interesante crónica está en Periodista Digital y había sido ya comentado por ocho lectores)

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