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martes, 19 de abril de 2011

Apologistas. titula su artículo Claudio Ferrufino. colegas que echan flores al régimen que se cae de a pedacitos. defienden lo indefendible. personalmente no los veo diría el editor

Hasta diatribas hay, entre tanta crítica, contra el Gobierno del pluridesastre que hoy impera en el país. Pero también leo, y se publican, apologías sin sentido, salidas de la pluma de intelectuales de izquierda, que magnifican lo nada que su líder neoindígena, como se pudiera decir neofascista, ha hecho para levantarnos. La inclusión, no intrusión, del indio en la política nacional era inevitable, parte de un proceso histórico que ya superaba el anacronismo racista que caracterizó a esta sociedad. No fue resultado de las dotes extraordinarias del falso mesías, que, a medida que pasa el tiempo, se descubre como un simple, ruin, pasapelotas, sin desprestigiar a los muchachos que se ocupan de tan decente labor.

Los adláteres de la izquierda nacional recurren incluso a Marx, para justificar los desmanes que se cometen en nombre de la pobreza. Para ello deben sacrificar a los obreros y su sindicato, la Central Obrera Boliviana, que de la noche a la mañana se convirtió en reaccionario, siendo los únicos representantes del progreso y la revolución los nuevos ricos cocaleros, que acumulan un mínimo porcentaje en relación a los réditos que terminan en financieras y bancos del capital internacional, reinvertido en el viejo drama que recordaba Galeano de la nueva clase y los artículos suntuarios. Para lo demás son inservibles, para fomentar educación, para crear infraestructura, y menos, mucho menos porque no hay mayor depredador que ellos, para proteger el medio ambiente.

No comprendo el razonamiento de mis colegas en defender lo indefendible. ¿Luchar contra el capitalismo, lucrando a costa de él, y fortaleciéndolo? Acá no existe ideología sino tráfico, peculado, hurto, violación; sin asomo de decoro, ni para nombrar honestidad, los jerarcas de esta mixtura informe y pestilente han perdido vergüenza, peroran como frailes en púlpito y preparan suntuosa huida ya que vieron que no podrán quedarse. Inventan mares y ballenas blancas, mienten con números y dineros que nadie a excepción de los amos ve.

Habrá que pedir a Paquita la del barrio que les dedique una canción, peor que aquella de rata de dos patas, porque éstos ni ratas son, escatólogos ambulantes que el Quijote haría trizas con su adarga. ¿Qué no les faltan recursos para salir del paso, una y otra vez? Bueno, tantos son, que juntando todo saldrá algo, algún pensamiento, una jugarreta, una coartada que insufle oxígeno -casi siempre parece el último- para que continúen a flote. Pero hablamos de economía, no de manipulaciones, y la plata es implacable, no permite que la mentira se extienda lejos de sus límites. Cuando se peca, castiga.

Echan los dedos al eterno recurso del mar, tanta agua donde ninguno se irá a bañar, y, ya previsible con la documentación de infamia con que contamos, los “reos confesos”, bien de terno y sonrientes, se alían con el papanatas para hacer campaña de paroxismo, patriotismo no, en orden de recuperar el mar (su orgullo quedó irrescatable), y se fotografían, de empanadas todos en un gobierno ambiguo, mientras en las noticias salen como los “ex”, ex presidentes en verdad son, pero activos lameculos.

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