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lunes, 10 de enero de 2011

El Deber de la mano de Elizabeth La Fuente entrevistó a Adolfo Mier Rivas que está cumpliendo 30 años de teatro. Un abrazo Osito!


El humorista y dramaturgo cochabambino celebra hoy 30 años de tablas con Hombres trabajando. Una vida dedicada al teatro.


Elizabeth La Fuente

- ¿Cómo comenzó su actividad teatral?
- En los 70 hubo una corriente interesante en Cochabamba cuando volvió Julio Travesí, padre de Peter Travesí, Ninón Dávalos y otras personalidades que formamos el Instituto Boliviano de Arte (Ibart), que reunía a la gente que hacía teatro. Me ofreció un papel y después me arrepentí porque me costaba memorizar los textos, por eso le propuse escribir un libreto, así zafé. En el 72 hice "Sebastina" mi primer drama histórico; tenía 60 actores y no podía financiar la obra. Escribí una comedia. En ese lapso comencé a dirigir, porque no había quien las dirigiese, "comencé a machete". En todos estos años hemos presentado 24 obras. Hicimos experimentos interesantes al ser una compañía de teatro "camba colla". Hace 18 años que iniciamos Chaplin Show con Ernesto (Ferrante) y Hugo (Daza) después de haber salido de Tra-la-lá.
- ¿Cómo fue el proceso de encarar un elenco?
- Hombres Trabajando tiene 30 años, fue la primera inquietud que dio lugar a la segunda (Chaplin Show). Como toda la gente que hace teatro, al terminar la temporada de una obra, te despides hasta un nuevo libreto. Sin embargo Chaplin fue mucho más cautivante y absorbente.
- ¿Cree que el humor es innato?
- Pienso que sí, está dentro de la personalidad de cada individuo. Una parte es genética y la otra es la que vas absorbiendo a través de cómo respiras en la vida. El humorista tiene un poco de todo, creo que este nace pero después se hace, es una práctica muy intensa.
- Dicen que hacer comedia es más difícil que producir un drama.
- Para dramático basta ver un informativo de televisión y nos ponemos a llorar. La comedia requiere de un mecanismo, un juego de palabras, hay que sorprender al público, es muy importante que el actor aporte con su creatividad. Por eso siempre busco prioritariamente buenos actores y que sean creativos. Eso es muy importante, no quiero gente que se automatice con la dirección, quiero darle la libertad en escena al actor para que pueda desplazarse con comodidad, no sólo en manejar su cuerpo, sino también su lenguaje.
- Ha pasado por varios géneros del teatro y, de hecho, muchas personas lo encasillan dentro del humor. Usted ¿qué etiqueta se pone?
- Soy un humorista, casi siempre he escrito con un amplio sentido del humor y no sólo en el campo teatral, sino también en el periodismo. Lo hago con mucha seriedad, porque el humor no deja de ser serio en lo que es su preparación y conceptualización. Me gusta que la gente pueda reír en un país que a veces "ríe porque ya no tiene formas de llorar", como dice Porfirio Diaz Machicado. Dentro de los dramas que tiene la vida cotidiana, el desengaño ciudadano frente a sus líderes, el humor es una alternativa, pero no como una válvula de escape, sino como una forma de enfocar la realidad con anestesia. Es algo didáctico, porque entre chiste y chiste se dicen las cosas. Me formé dentro del humor porque en estos 30 años la primera parte de mi trabajo teatral fue dentro de las dictaduras militares. En ese tiempo había que ser muy sutil para hacer críticas y el humor funcionaba bien. Sobre todo, porque los militares no entienden muchas cosas y el público sí podía descodificar lo que los artistas les decíamos.
El humor ya no es un escudo, es una palestra de opinión y crítica con mucha sutileza o agresividad, que tiene algunas observaciones que no van hacia nuestro público, sino a los protagonistas de los hechos.
- ¿Qué comediantes admira?
- He tenido una enorme influencia del español Enrique Jardiel Poncela, cuyas obras conocí cuando trabajaba en Argentina. Tenía un sentido sarcástico para manejar el humor en la época de la post guerra en España. También recibí la influencia de Dringue Farías, Antonio Gasalla, Enrique Pinti y Carlos Perciavale, que fueron una fuente de inspiración junto con Les Luthiers.
- ¿Cuáles son las temáticas que más lo inspiran?
- Todos los temas los saco de la calle. En el teatro hay que saber escuchar, siempre tengo mis antenas atentas a todo lo que ocurre. Trato de escribir un teatro boliviano para bolivianos en el que la gente me pueda comprender. La fuente de inspiración es el quehacer diario del hombre boliviano en todos sus niveles, sea para encarar problemas políticos o de orden doméstico. Me gusta que la gente se cuestione sobre su cotidianeidad, que en mis obras se encuentran retratadas en el escenario.
- ¿Ese es el secreto del éxito?
- Creo que sí. El teatro como expresión artística es universal, a veces no muestra las realidades que reflejan a una sociedad.
- ¿Cómo ha logrado manejar elencos numerosos donde se respira una ambiente de respeto, compañerismo y confianza?
- En el caso de Hombres Trabajando, las personas llegan por su propia voluntad, no es un trabajo por necesidad. Cuando haces teatro no sabes si vas a ganar o perder. La gente firma un compromiso con la disciplina en el que se compromete a hacer algo divertiéndose.
Hay que tener mucha paciencia, porque los elencos están llenos de traviesos, es un kinder de mayores. Como están creando humor, ya no podés decir: “Ya no jodan, trabajemos..” De esa interacción informal salen muchas cosas, no hay que cortarles las alas a las buenas ideas. Muchas veces, de tonterías ha nacido un libreto. Para mí es muy agradable trabajar con gente que quiera hacerlo y que aporte a ello. Si vamos a trabajar en humor demos humor.
- Dentro de los diferentes roles ¿cuál le ha gustado más?
- Ser autor y director es una sola cosa; como autor voy creando una obra y como director la completo. Ambas cosas hacen un círculo perfecto. Me divierto más escribiendo y terminando de escribir que cuando estoy dirigiendo.
- De todas sus obras, ¿cuál ha sido su favorita?
- Yo le pongo mucho empeño a lo que hago. Todo lo que he producido es como mis hijos. El público es quien hace la diferencia y la selección. Las obras con las que he ganado premios y menciones son las que están más adheridas a mis recuerdos, por los resultados que han dado. Hay otras que no han tenido un premio pero sí mucha transcendencia para mí.
- Si sus obras son sus hijos ¿se casó con el teatro?
- Más o menos, pero como el teatro es masculino, tenemos una relación muy especial. Siempre quise estar casado con algo femenino, pero tengo un compromiso, un idilio muy intenso que me ha dado hijos a los que no les tengo que pasar mensualidades ni pensiones. Por otro lado, tengo mis hijos, de carne y hueso, que han sido mi apoyo en todo momento y ellos siempre han sido testigos de que mi vida es el teatro y por eso los he hecho partícipes. No sólo actuando sino como espectadores.
- ¿Su mayor satisfacción?
- En 30 años de actividad teatral, mi mayor satisfacción es Chaplin Show, es un sueño convertido en realidad. Por las dificultades que tiene todo actor en Bolivia: conseguir sala de teatro, trámites engorrosos, indiferencia de las autoridades. En este proyecto tengo socios solidarios y un elenco que siempre se está renovando, donde el común denominador en los actores es que trabajan con mucha responsabilidad.
- ¿Su mayor frustración?
- Me han dolido los fracasos, pero después de analizarlos me di cuenta de que me sirvieron de mucho. En una cadena de éxitos puede "aburguesarte", y decir que es parte de la vida cosechar aplausos. Pero cuando te bajan la caña y ves que una cosa ha salido mal y que no funcionó, eso te cambia. No tener público te demuestra que algo está fallando.
- ¿Una anécdota para recordar?
Hay muchas, pero la que más recuerdo es que estábamos ensayando una obra, "La Juana", que escribí hace 20 años. René Hohenstein hacía del comandante Padilla y había una escena donde aparecía un muchacho que entraba en escena a darle una carta. Ese día le di libre al actor porque como era un papel tan corto, lo hice yo. Habíamos ensayado dos meses, íbamos por la función número 60 y se suponía que yo tenía que saber la letra. En el momento de entrar me olvide del texto. Yo tenía que decir: “Malas noticias comandante” y René respondía: “Sí, nos atacan por el Sur”. A lo que yo decía: “No solo eso, sino que a su esposa Juana la han herido”. Al final dije tonteras y el público estalló en risas.
-¿Cómo es en realidad Adolfo Mier Rivas?
Yo no cuento chistes. Soy una persona seria, pero no soy solemne. Soy muy informal. Me cuesta reír; internamente tengo un buen sentido del humor, encaro las cosas con humor. Soy divertido como pareja, más que con mis amigos. Mi forma galante son mis ocurrencias; no le cuento chistes, sino que invento cosas para ella. Y eso me ha funcionado, no por nada me he casado tres veces (risas).
- ¿Cómo evalúa estos 30 años de carrera?
- Estoy tan satisfecho que creo que estoy en la mitad del camino. Eso es un deseo de hacer más cosas. A lo largo de estos años ha pasado mucha gente por ambos elencos (Hombres Trabajando y Chaplin Show) y eso me permite sentirme muy orgulloso de personas que se han formado dentro de las tablas. Mi mayor rescate es haber transcendido en otra gente que ha creído en lo que yo he hecho. A eso se suma haber difundido el teatro nacional. Obras de teatro hay pocas, por eso me propuse escribir y no sólo para mis grupos, sino para que quede una alternativa para otros elencos. Finalmente, que haya sido un instrumento para que la gente pueda divertirse, creo que es una bendición que cada vez que estás en un teatro, el público se ría de lo que escribiste. Me reconforta que la gente pueda salir de una de mis obras espiritualmente desarmada, que sean un tónico para el alma.

Perfil

Una vida entre letras y risas

Nació en Oruro el 16 de agosto Nació en Oruro el 16 de agosto de 1939 y desde los seis años vivió en Cochabamba, donde estudió y trabajó. Hace 18 años que vive en Santa Cruz. Escribe y dirige en Chaplin Show, un consolidado proyecto humorístico que lleva adelante con sus socios, Ernesto Ferrante y Hugo Daza. Tiene siete hijos. Estudió en la Universidad Nacional de La Plata y egresó en Ciencias y Técnicas de la Opinión Pública de la UCB de la ciudad del valle. En teatro creó Hombres Trabajando en 1973 luego de haberse presentado algunas de sus obras con montajes escénicos de otras compañías y directores. Escribió 24 obras de teatro entre comedias, dramas, teatro para niños y monólogos y libretos para más de 70 espectáculos de Chaplin Show, Brujangas, Chapliniños y la Sub 20 de Chaplin que han viajado por todo el país. Tiene 14 libros publicados.

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