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sábado, 15 de enero de 2011

tema delicado y grave. la delincuencia juvenil y la existencia de miles de pandillas que provocan el 80% de inseguridad ciudadana.OPINION

Once mil pandillas atemorizan a la población en las ciudades y barrios de Bolivia, según datos del viceministro de Seguridad Ciudadana, general Miguel Vásquez.
La autoridad explicó que en el 80 por ciento de los casos, relacionados con la inseguridad ciudadana, están involucradas las pandillas. Dijo también que estos grupos se concentran principalmente en los departamentos de Santa Cruz y Cochabamba, pero también en El Alto.
“Los delincuentes juveniles han convertido el delito en un hábito. Para ellos es una forma de vivir”, señaló.
En la mayoría de los casos, los miembros del grupo delincuencial son menores de edad que huyeron de sus hogares y adquirieron la costumbre de inhalar clefa y robar.
Aunque Vásquez no detalló el número preciso de pandillas que existe en Cochabamba, OPINIÓN en un trabajo de investigación pudo identificar a aproximadamente 350 en los municipios de Vinto, Quillacollo, Cercado y Sacaba.
En Quillacollo, el 2010, la Policía atendió más de 100 denuncias de violación. El o los principales responsables o sospechosos serían miembros de alguna pandilla que atemorizaron a la víctima y los familiares para evitar que los casos sean esclarecidos, según fuentes policiales.
RESPONSABILIDAD Para el Viceministro de Seguridad Ciudadana la lucha para combatir la inseguridad ciudadana -generada por los pandilleros, atracadores, auteros y otros- es responsabilidad no sólo de la Policía, sino también de la población. Propuso intensificar las campañas de Seguridad Ciudadana para informar a la ciudadanía sobre los mecanismos de prevención de hechos delictivos.
“No hay cultura de seguridad ciudadana, por ello se debe realizar campañas de prevención. Estoy convencido que si no generamos prevención, ni educación, ni cultura de seguridad ciudadana, no valdrá los esfuerzos que se hace para combatir la delincuencia”, afirmó.
CAPACITACIÓN
Uno de los mecanismos de prevención es a través de la capacitación. Ayer se concluyó con el curso de capacitación vial y hechos delictivos, desarrollado en ambientes del Organismo Operativo de Tránsito. Cerca de 300 personas, miembros de las juntas vecinales, organizaciones, transportistas y otros, participaron de los cursos que se prolongaron por un día y medio.
Según el director de Seguridad Ciudadana de la Gobernación, coronel Elvio Sánchez, este trabajo será permanente para formar líderes en seguridad. La capacitación fue valorada por los participantes.
“Hay un compromiso de luchar contra la inseguridad que se ha generado en los barrios y en todo lugar”, destacó Catalina Arteaga.

1 comentario:

marcenun dijo...

La estética de Elvio Sánchez

Los Mayllapipis montados

Wilson García Mérida

En la década de los 50 don José Emilio Ferrufino Toranzo, tarateño obviamente, compuso el huayño “Viva Cochabamba Mayllapipis” que Los Kjarkas convirtieron en otro himno cochabambino contemporáneo junto al entrañable taquirari “Oh Cochabamba querida” creado por Jaime del Río.
“Viva Cochabamba mayllapipis” es más que un huayño, es un grito de guerra del valluno trashumante que anda rompiendo fronteras en los más insospechados rincones del planeta (“Ay compañeros vallemanta | Taquirikusunchis gustamanta | Yokaykupis |Kanqunapis | Viva Cochabamba mayllapipis”). El vocablo quechua “mayllapipis” significa “donde sea”.
El valor simbólico y descolonizador que esta canción representa para la identidad cochabambina es muy profundo, por el hecho mismo de entonarse en quechua. Y hay que ser un verdadero cochabambino para comprender este poema musical en su pura dimensión emblemática.
Al escuchar este huayño, cualquier cochabambino de sangre sueña con una ciudad construida en ese tono libertario y originario, con sus calles nominadas en la lengua de nuestros abuelos, con nuestra provincia urbana identificada con un nombre más auténtico, como Kanata, la de tierra adentro, en vez de Cercado, la señorial.
Y mientras uno va soñando con esa Cochabamba seriamente descolonizada, resulta que en nuestras calles van circulando unos policías “montados” en bicicleta, patrullando al pedaleo y luciendo unos agraciados uniformes que inspiran seguridad ciudadana y respeto por el medio ambiente, con un logotipo que dice “Mayllapipis”.
Entonces me percaté que aquel sueño del que me había hablado el coronel Elvio Sánchez Pizarro en el 2007 —cuando me pidió averiguar en la Academia de Lengua Quechua de la UMSS si el vocablo correcto era “mayllapipis” o “mayllapapas” para organizar una patrulla de policías ciclísticos que tendría ese nombre—, se había cumplido, sin aspaviento alguno, como un deber profesional llevado con singular estética y filosofía descolonizadora.
Elvio Sánchez es un calacaleño de pura cepa, que de vez en cuando solía invitarnos a amigos como el sociólogo Coco Mayorga y mi carnal Flaco Montero a sesiones de jazz en su apacible cabañita de troncos en la zona norte de la ciudad, hablándonos de sus experiencias como hábil pescador y cazador en los montes tropicales. Además de policía, es un intelectual, artista y ecologista sensible a toda manifestación sana de la vida. Un tipo de buena leche, diría Ramón Rocha Monroy.
En toda función de mando que le cupo desempeñar, Elvio ejerció su autoridad para crear unidades de protección a los ciudadanos con bajo presupuesto y alta eficacia, y nombres bellos, como los grupos “Delta”, “Omega”, Orión”; siendo sus obras maestras aquellas que llevan nombres quechuas como la Estación Policial “Inti Wasi” y la patrulla ciclística “Mayllapipis”.
Si todos los policías fueran como él, habría en Bolivia una genuina revolución moral y descolonizadora.