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martes, 20 de marzo de 2007

Defensa de los valores profesionales

El radialista tiene que sentir un justificado celo por su trabajo profesional. Así como no se puede permitir que un médico cure a un enfermo sin tener la preparación debida o que un abogado defienda a un reo sin conocer la ley, tampoco se puede permitir que una persona improvisada hago uso indebido de los micrófonos de una radioemisora, menos aún si se trata de hacerlo regularmente y ante una audiencia selecta. Lejos ya, la forma irresponsable y comercializada de ceder micrófonos a comerciantes inescrupulosos que ven en la radiodifusión un medio de vida, sin importarles ni las reglas de ética y menos aún las condiciones profesionales y técnicas que rigen la actividad radial.

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